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Sin atisbo de desbloqueo

Por@GuadalquivRadio

Nov 5, 2019

El único debate electoral celebrado en esta campaña express entre los candidatos a la presidencia, marcado por la ausencia de mujeres, no ha esclarecido el panorama de falta de entendimiento entre los diferentes partidos a la hora de formar gobierno.

Nuevos comicios, y como no podía ser de otra manera, nuevo debate electoral. En esta ocasión, con cinco candidatos, debido a la presencia de un Santiago Abascal que no pudo compadecer en el anterior por no contar con representación parlamentaria, algo que en esta ocasión ha sufrido Errejón.

Esta vez, el debate de más de dos horas y media de duración, quedaba dividido en 6 partes. Cinco grandes bloques temáticos: Cohesión territorial, economía, política social e igualdad, calidad democrática y política internacional. Por último, cada candidato disponía del famoso minuto de oro o final.

Pues bien, como era de esperar, la mayoría de contendientes utilizaron la temática de los bloques a su antojo. Pudimos escuchar las clásicas mentiras, datos falsos, cruces de acusaciones y algún que otro zasca que continúa retumbando. Por supuesto, muchos temas trascendentales fueron obviados o soslayados intencionalmente, y otros fueron recurrentes durante todo el debate.

Algo común en todos los candidatos fue la intención de fidelizar a sus votantes, con unos marcados discursos en esta línea.

A continuación haremos un breve análisis de la intervención de cada uno de los participantes siguiendo el criterio de colocación de los mismos en el coloquio:

Pablo Casado: El líder popular buscó captar el voto del centro y la derecha, con continuas acusaciones tanto contra el gobierno de Sánchez como contra Albert Rivera. Sin embargo, el enfrentamiento y la interpelación con Abascal brillaron por su ausencia.

Durante el primer bloque, y al igual que el resto de candidatos a excepción de Pablo Iglesias, centró su discurso en el conflicto catalán. Criticó la plurinacionalidad de España defendida por Unidas Podemos y Sánchez (que ahora parece cambiar de discurso) y abogó por el 155 sin apenas nombrarlo.

En el bloque de economía culpo a los gobiernos socialistas de todas las crisis económicas surgidas en nuestro país, y situó a su partido como la única solución posible. Con un discurso centrado en la bajada de impuestos, tocó de milagro el tema de las pensiones y se desvinculó de la corrupción sistemática de su partido. Al intentar acusar al PSOE de mala gestión económica, hizo una analogía con sobres y dinero que le acabó saliendo rana, ya que el hachazo recibido por parte de Pablo Iglesias fue épico.

Dentro del tercer bloque, el de política social e igualdad, Casado continuó con sus ataques al Partido Socialista y su nefasta gestión de la sanidad en Andalucía, y de su boca comenzaron a salir los nombres de Otegui, Torra o Junqueras, que permanecieron presentes el resto del debate. Algunas medidas en favor de los autónomos, y férrea defensa de las políticas sociales de los populares que tanto han dañado nuestra sociedad.

Dentro de la política internacional continuó con el tema bolivariano e hizo algunas propuestas

En el bloque de la calidad democrática, donde se trataba el tema de los acuerdos a la hora de formar gobierno, dejó clara su intención de no pactar con Pedro Sánchez y como no podía ser de otra manera, introdujo en el debate a Venezuela y a Maduro, que continuaron presentes durante su intervención en el último bloque, el de política internacional. Dentro de este tema, introdujo también a las recurrentes víctimas del terrorismo, su defensa de la prisión permanente revisable y colgó medallas a su partido en cuanto a políticas medioambientales y agrarias.

Durante su minuto de oro apeló al voto útil haciendo mención a España Suma.

En definitiva, Casado, adalid en la defensa de Rey, puede salir reforzado de este debate para con sus votantes, y bajo mi punto de vista, también sale victorioso de su batalla con Albert Rivera.

Pedro Sánchez: El presidente del Gobierno en funciones optó por la estrategia del victimismo, sintiéndose atacado por los demás candidatos y dejando constancia de ello. Prácticamente utilizó la mayoría de sus intervenciones para leer los “logros” y virtudes de las políticas llevadas a cabo por su gobierno, saltándose la temática impuesta en muchas ocasiones. Otro denominador común en su discurso fue acusar a los demás partidos del bloqueo, sin ápice de autocrítica.

Entre medalla y medalla de su gestión, abordó el primer bloque alabando su trabajo en el conflicto catalán, apostando por un diálogo que hasta el momento a brillado por su ausencia y pidiendo apoyo al Estado. Prometió traer a Puigdemont ante la justicia olvidando la división de poderes y habló sobre una reforma del código penal. En el tema de economía más de lo mismo, méritos y más méritos. Volvió a prometer una de sus grandes falacias, la suspensión de la reforma laboral impulsada por el PP. Y llegó su primer anuncio: la creación de una Vicepresidencia Económica para Nadia Calviño en un claro guiño al centro.

La bomba quedó reservada para el bloque de calidad democrática, con la propuesta al resto de candidatos de dejar gobernar a la lista más votada. Algo que han ido proponiendo tanto PP como PSOE a lo largo del tiempo cuando ganan, y rechazando cuando pierden. Queda clara su intención de gobernar en solitario, y de buscar la abstención de PP y Ciudadanos en su investidura, algo que repitió varias veces.

En dos ocasiones, y sin venir a cuento en la temática de los bloques en una de ellas, Sánchez hizo alusión a la exhumación de Franco buscando el rédito electoral que con tanto ahínco se empeñó en desmentir.

Defendió también su política migratoria y medioambiental dentro del bloque de política internacional, y mencionó hasta en cuatro ocasiones a Palencia, mi querida ciudad natal que confundió con Zamora días antes y de la que no había hablado previamente en 5 años.

No faltó su enganchón con Casado y Rivera a costa de la corrupción, y al igual que el líder del PP, acusó a los demás de los problemas de España.

Para desmarcarse aún mas de Unidas Podemos, defendió a Amancio Ortega y puso en evidencia sus discrepancias con la formación morada en aspectos como el asunto catalán o la política fiscal.

En su minuto final habló de la cohesión social y territorial, de un gobierno fuerte y estable basado en las políticas sociales.

Como conclusión, podemos sacar el claro el claro viraje hacia el centrismo de Sánchez en este debate y su intención de gobernar en solitario, sabiéndose ganador de los comicios electorales. De izquierdas cuando le conviene, de centro cuando le viene mejor…

Santiago Abascal: El líder de extrema derecha se sintió como pez en el agua en su primer debate electoral. La causa de esta comodidad es que casi no sufrió oposición. Se encontró con un camino libre para dar rienda suelta a su discurso xenófobo y racista. Con frases como: “los españoles primero y si sobra algo, para los demás, a ser posible en sus estados” se desenvolvió Abascal en el debate. Datos falsos e incendiarios, la defensa de la familia Franco o vincular la inmigración con la inseguridad de las mujeres fueron constantes en su discurso. Sin embargo, ninguno de estos temas hizo sombra a su proposición estrella: la supresión de las autonomías y los chiringuitos políticos.

Sus únicos enfrentamientos se produjeron con Rivera e Iglesias. El primero acusó a Abascal de cobrar de esos mismos chiringuitos de los que ahora reniega, a lo que el líder ultraderechista respondió con que necesitaba conocerlos desde dentro…Con Iglesias la trifulca surgió del tema de la memoria histórica y de la utilización de las víctimas del terrorismo.

En cuanto al tema catalán, como no podía ser de otra manera, 155. Detención de Torra y los “golpistas” e intervención de mossos y TV3.

Términos como “enemigos de España” o “dictadura progre” también estuvieron muy presentes, como era de esperar.

Dejó clara su intención de volver a introducir en el debate democrático temas ya felizmente superados y de dirigirse expresamente a sus votantes.

Abascal sale reforzado dentro del voto de derechas más radical, por diversos factores. Su falta de gestión previa favorece a VOX en ciertos aspectos. La ausencia de mochila en aspectos como el conflicto catalán, hacen que pueda arañar votos al Partido Popular.

Me cuesta  mucho creer como un discurso como el de este personaje, cargado de odio y de todos los males que ya estaban superados, quede impune y lo que es más grave, tenga el tirón que tiene. VOX sí es fascismo.

Pablo Iglesias: Su intervención dejó un par de zascas épicos a Casado y a Rivera y un lapsus lingüístico que dará mucho juego estos días.

Dentro del primer bloque, el de cohesión territorial, Iglesias fue el único en no centrar su discurso en Cataluña, y en preocuparse por la despoblación rural y la España vaciada, y por otros problemas del resto del territorio nacional.

En los aspectos económicos, propuso medidas como una banca pública o una empresa energética estatal. La Constitución estuvo muy presente en sus intervenciones, utilizándola en defensa de las políticas sociales y no como arma arrojadiza.

Unidas Podemos dejó muy clara su intención de pactar con el Partido Socialista, y buscó una reciprocidad en Sánchez que no logró. También se acordó de colectivos en situaciones de conflicto o desigualdad, y puso sobre la mesa diferentes propuestas en los diferentes bloques temáticos, además de ser el que más respeto el contenido de los mismos.

Iglesias se desenvuelve muy bien en este tipo de debates, y ayer dejó constancia de ello. Pese a que en ciertas ocasiones pueda acusársele de bien queda, quiso tratar temas que el resto de candidatos abordaron muy por encima, como el feminismo o las pensiones.

En el aspecto económico, apostó por la devolución del rescate a la banca, y dentro de la política internacional, abogó por una subida de impuestos a las grandes multinacionales, y por que las empresas de IBEX 35 y su ingente cantidad de filiales fuera de nuestras fronteras tributen dentro de ellas.

En su minuto de oro, leyó una carta de una joven desempleada y recurrió a su clásico: Sí se puede.

Albert Rivera: Solo tardó dos minutos en hacer el ridículo al abrir su bolso de Marry Popins y sacar un adoquín para hablar de la situación de Cataluña. Dejó a los espectadores con ganas de más parafernalia, esperando la aparición de Lucas en cualquier momento.

Casi todos los analistas coinciden en que Rivera fue el más perjudicado de este debate.

Apostó por la defensa del liberalismo económico y de la familia, con medidas en favor de la conciliación y el libre mercado.

También habló de regeneración política pese a sus continuos pactos con los partidos de los que luego reniega. Sus bandazos siguen presentes en su discurso. Y por supuesto, de su boca no dejaron de salir los nombres de Torra o Maduro como si de un niño pequeño se tratara.

Su guerra era contra Casado, y quedó de manifiesto a lo largo de todo el debate con los continuos enfrentamientos entre ambos.

Su discurso excesivamente preparado quedó de manifiesto en su minuto de oro, con la repetición final del slogan de su partido.

Rivera y Ciudadanos irrumpieron con fuerza, pero el paso del tiempo es esclarecedor, y las encuestas vaticinan un varapalo de grandes dimensiones para el partido naranja.

En las anteriores elecciones un 7% de los votantes decidió su voto tras la celebración del debate electoral. Veremos si en esta ocasión los indecisos también han visto este debate como un elemento esclarecedor a la hora de depositar su voto en las urnas. Bajo mi humilde punto de vista, más de lo mismo.

AF

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