El gobierno de coalición lleva lidiando con las acusaciones que lo tachan de bolivariano, dictadura comunista y demás retahíla de calificativos desde incluso antes de formarse. Sin embargo, últimamente parecen empeñados en avivar este discurso de sus principales opositores, cargándoles de argumentos, con sus recientes decisiones sobre el tratamiento informativo del Covid19 que tantos disgustos está causando en todos los rincones del planeta.
La razón de toda esta problemática: los bulos y la pregunta del CIS. En esta pregunta, y debido a la cantidad de información falsa en torno al coronavirus que circula por las redes sociales, se plantea a los ciudadanos si prefieren que toda la información sobre el virus proceda del Gobierno y fuentes oficiales, o si se debe dar vía libre a la circulación de estos bulos.
La pregunta ya chirría desde el momento de ser leída, por sesgada y ventajista. Como podrán comprender, ni una cosa ni la otra.
Otro de los motivos por el que el ejecutivo está siendo enormemente criticado en esta gestión informativa del coronavirus, dentro de nuestras fronteras, se centra en las ruedas de prensa.
Estas ruedas de prensa, sin posibilidad de pregunta directa por parte del periodista y sin opción para una posible repregunta, en ocasiones se asemejan más a mítines políticos que a una comparecencia informativa.
El hecho de que los periodistas acreditados deban enviar sus preguntas a un grupo de WhatAapp donde el Secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, las filtra y posteriormente formula al compareciente, no parecen una práctica muy democrática ni denota una absoluta transparencia por parte del Estado.
La recientes declaraciones de José Manuel Santiago, Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, sosteniendo que su labor está orientada a “minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno” no han hecho más que complicar aún más la situación. ¿Se deberá a un fallo de oratoria del propio Jose Manuel o precisamente a que éste no es político y ha dicho la verdad sin adornos?
WhatsApp y Facebook son otro de los principales causantes de este levantamiento anti censura. Sin embargo, en este caso, las acusaciones al Gobierno resultan ser falsas, ya que la imposibilidad de reenviar determinados mensajes lleva existiendo desde el año 2018 y según la propia compañía, no se debe al contenido del mensaje, sino a su procedencia y viralidad.
Bien es cierto que el control de estos bulos recae sobre Vértice y Maldita, cuya plantilla y línea editorial no es precisamente imparcial, siendo favorable a la ideología del Gobierno actual. Por el contrario, no es cierto que los mensajes sean eliminados ni es cierta la imposibilidad de compartirlos, ya que solamente limitan la difusión masiva de los mismos. Además, la explicación de porqué un mensaje o noticia es calificado como falso viene desarrollado en las web de ambas empresas.
En palabras de la filósofa y feminista francesa Simone de Beauvoir: “No nos engañemos, el poder no tolera más que las informaciones que le son útiles. Niega el derecho de información a los periódicos que revelan las miserias y las rebeliones”. Triste, pero cierto.
Un Gobierno formado por dos partidos que han defendido la libertad de expresión en todas sus manifestaciones y vertientes, no puede pretender ahora que la única información a cerca de la gestión de la pandemia proceda exclusivamente de sus fuentes. La crítica tanto al Gobierno como a la oposición es necesaria y esencial en un estado de derecho, y debe ser la justicia quien decida sobre la veracidad de la información siempre que reciba una demanda del afectado por dicha información. Otro aspecto a tener en cuenta es la diferencia entre verdad y veracidad, que suelen confundirse o utilizarse interesadamente, pero que no son lo mismo. Que la justicia dicte algo como veraz no implica que sea verdadero.
Pero por otro lado, resulta cómico y paradójico a partes iguales el hecho de que la gran mayoría de detractores de estas medidas, o por lo menos los más ruidosos, sean quienes son. Los que hoy se presentan como abanderados de la libertad de expresión son los que más tienen que callar con respecto a este derecho. ¿Por qué? Porque ellos han atentado contra él o pretenden hacerlo si palpan poder.
Echo en falta una posición más contraria con respecto a estas prácticas del ejecutivo por parte de los medios con una línea editorial de “izquierda”. No resulta extraño que los medios contrarios a la ideología de los partidos que ocupan el poder sean los más críticos, pero no lo fueron tanto con administraciones pasadas.
Algunos medios, como OK Diario, con Eduardo Inda a la cabeza -Inda es al periodismo lo que la homeopatía es a la medicina-, se estarán tirando de los pelos con este control de la información falsa, básicamente por que es la única que ofrece su medio.
La formación de Santiago Abascal, adalid en contra de la censura, afirmaba durante la campaña electoral que si llega a gobernar cerrará La Sexta. También es irónico que un partido cuya gran parte de sus votantes se reconoce sin tapujos como franquista demande libertad de expresión.
Desde el Partido Popular también se han encargado de hacerse notar en contra de esta censura, olvidando sus prácticas habituales en los medios de comunicación públicos que controlaban a su antojo durante su mandato. Y si no que le pregunten a los trabajadores de RTVE o TeleMadrid, entre otros muchos. Parece que olvidan que su fundador Manuel Fraga, como Ministro de Información y Turismo del Régimen, promulgó una ley de prensa e imprenta en 1966. Una ley que podía parecer aperturista -dentro del contexto del franquismo- ya que eliminaba la censura previa. Sin embargo esta misma ley permitía al Estado sancionar e incluso prohibir las publicaciones que atentaran contra las Instituciones o el Jefe del Estado. De verdad, qué mala memoria.
Estos dos partidos, que desde cuentas falsas e incluso desde las propias, se dedican a difundir bulos informativos con el único fin de obtener un rédito electoral futuro. Todavía no entiendo donde se encuentra su sentimiento de patriotismo del que tanto presumen cuando llevan a cabo este tipo de prácticas. Debería caérseles la cara de vergüenza, con mascarilla con banderita de España incluída.
Tampoco entiendo por qué los eurodiputados populares y de Ciudadanos han votado en contra de la emisión de los coronabonos. El dinero de Europa para rescatar a la banca sí, pero para rescatar a la sociedad española tras una pandemia sin precedentes no. ¿Será porque están interesados en una estrepitosa caída económica para culpar al actual gobierno y luego presentarse como los salvadores económicos de España? Todo apunta a que sí.
Lo que parece bastante claro, por lo menos para mí, es que la gestión del Gobierno no está siendo la mejor posible, por no decir que está siendo muy deficiente en ciertos aspectos, y la solución no es callar las críticas.
Pero también es igual de cierto que los partidos de la oposición no están haciendo nada por mejorar la situación, más bien todo lo contrario. Ni que decir tiene que su gestión hubiera sido igual o más desastrosa, y los precedentes les avalan. Su moralidad con la creación de este tipo de bulos, cuya intención no es más que desgastar al gobierno, queda a la altura del betún.
Cada vez resulta más palpable que la gran mayoría de nuestros políticos no está a la altura, independientemente de sus siglas.
El Diputado 351