La cuarta prórroga del Estado de Alarma sale adelante por los pelos gracias al inesperado sí de Arrimadas pese las trabas de la derecha y Cataluña.
El Coronavirus no es solo un arma biológica, también es un arma política. Lo hemos podido comprobar durante toda la pandemia, pero la última demanda del Gobierno para una nueva prórroga del Estado de Alarma ha terminado de confirmarlo.
Durante quince días más España vivirá en Estado de Alarma, pero a punto ha estado de no hacerlo. A punto ha estado de tirarse por tierra todo el esfuerzo realizado hasta el momento. ¿Las causas? Pueden reducirse a dos factores; ¿las consecuencias? Podrían haber sido fatales.
El primero de estos factores es la actitud del Gobierno, que creyéndose en poder de mayoría absoluta, ha tomado el mando único de la gestión de la pandemia sin tener en cuenta a nadie más que a ellos mismos. La negociación y la búsqueda de consenso tanto con sus socios como con la oposición ha sido tan ilusorio como los dichosos tests, y así se lo han hecho saber prácticamente todos los comparecientes en la Sesión del Congreso.
Aún así, y con condiciones razonables, casi todas las formaciones socias del Gobierno han apoyado la prórroga, logrando un mayor protagonismo de las Comunidades Autónomas en la gestión de la famosa desescalada. Debe el Gobierno tenerlos más en cuenta, y no abusar de su confianza, si no quiere tener un problema más serio dentro de quince días. Las amenazas con el caos no son el medio para lograr apoyos pese a ser lo que algunos aparentan desear.
Es comprensible e incluso necesaria la crítica a la gestión realizada por el Gobierno, porque hay razones para ella, pero es igual de necesario aportar y proponer alternativas y nuevas medidas y no aprovechar esta crisis para marcarse una campaña electoral de dos meses.
El segundo factor es precisamente ese: la búsqueda del rédito electoral. Los de los informes australianos falsos hoy se abstienen pero no han aportado ni una sola propuesta razonable que contribuya a mejorar la situación. Los de los continuos bulos hoy votan en contra y su única propuesta es una manifestación en coche y con banderas de España en contra del Gobierno. Los representantes catalanes siguen a lo suyo y nada más que a lo suyo. Todos ellos, con esta votación, han faltado al respeto a las víctimas, a los ciudadanos y a todos los trabajadores a los que aplauden cada tarde a las ocho.
Contra todo pronóstico, Ciudadanos ha sido de las pocas formaciones de la oposición con una altura de miras propia de una situación como la que vivimos. Dejando a un lado las ideologías -quizás porque siguen buscando la suya- han apoyado la prórroga, aunque con condiciones. No se trata de que hayan apoyado los presupuestos, ni de ningún consenso ideológico. Es un apoyo en tiempos de pandemia. Parece que algunos miembros del propio partido no han sido capaces de entender algo tan simple como esto, y han sumado Ciudadanos a su colección de carnets de ex-afiliado.
De nuevo, tristemente, la conclusión que se puede sacar en claro de todo esto es la misma de siempre: la incompetencia de los que nos “representan”.