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Ana Rosa vs Griso: Guerra por la desinformación y el sensacionalismo mañanero

Por@GuadalquivRadio

May 14, 2020

Las dos presentadoras luchan encarnizadamente por el poco honorable trono de “reina de las mañanas” y para ello no dudan en desplegar sus peores armas.

Susana y Ana Rosa,  Ana Rosa y Susana. Encender la televisión por las mañanas y no toparse con alguna de estas dos aspirantes a soberanas del amarillismo resulta aún más engorroso que aguantar más de 5 minutos escuchándolas.

Ambas, no contentas con haber encontrado el elixir de la eterna juventud y ávidas de audiencia, no dudan en poner sobre el tablero su artillería más pesada. Siempre pendientes de su oponente y respaldadas por sus respectivas cadenas, están dispuestas a lo que sea por lograr esa “exclusiva” que las encumbre y a la vez socave la moral de su rival. Una versión moderna y con menos testosterona de la contienda entre De la Morena y Jose María García.

Con Randolph Hearst como maestro -imagino un cuadro con su imagen presidiendo los aposentos de cualquiera de ellas- sus programas rezuman sensacionalismo, reinventándolo y explotándolo hasta límites insospechados. No hay nada mejor que un suceso. Y cuanto más cruento, extraordinario y atroz sea, mucho mejor si cabe. Los sucesos o sucedidos, como los llaman en ciertos lugares de Latinoamérica. Esos sucedidos de los que habla Galeano en su libro de los abrazos: “Los sucedidos sucedieron alguna vez, o casi sucedieron, o no sucedieron nunca, pero lo bueno que tienen es que suceden cada vez que se cuentan”.

Sus dos programas reservan su prime time para este tipo de contenidos. El despliegue y cobertura de los más morbosos resulta abrumador. Por supuesto, siempre es preferible que los casos tengan a niños o adolescentes como protagonistas, o que los problemas familiares o sociales estén muy presentes en la trama de la perfecta tragedia dramática que están dispuestas a construir.

 Actualmente, como no puede ser de otra forma, se están poniendo las botas con el coronavirus. Ni que decir tiene que su tratamiento de la información sobre la pandemia también está cocinado con altas dosis de amarillismo.

Como buen show de variedades que se precie, estos programas no se reservan sólo una especialidad. La desinformación, la subjetividad y la parcialidad informativa son otro de sus platos estrella. El rigor periodístico y contrastar la información es para imbéciles, sus programas están por encima de todo eso. Tanto es así, que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha premiado su trabajo con 2 resoluciones que advierten a sus respectivas cadenas, A3Media y Mediaset, de vulnerar el honor, la intimidad y la presunción de inocencia de varias personas, además de incitar al odio. Todo un honor.

Entrevistar a personajes que poco o nada tienen que ver con el tema en cuestión y ofrecer al espectador noticias que no son ciertas son prácticas habituales de ambos programas. Para derrotar al rival, todo vale. Últimamente, ambas también se han sumado a la última moda de difundir bulos con respecto a la mala gestión de la pandemia por parte del Gobierno.

Por supuesto, las dos se rodean de los colaboradores y tertulianos mejor preparados de todo el país. Si Susana cuenta entre sus filas con intelectuales de la talla de Fran Rivera o Cayetano Martínez de Irujo, Ana Rosa responde con Inda y Arcadi Espada. Que Ana Rosa hace un guiño al mundo kinki con “el pera”, Susana rescata del fango a Karmele y Mariñas.

El trasiego de colaboradores entre ambos programas es habitual. Ambas, por ejemplo, han contado con la prestigiosa colaboración del solemne periodista Javier Negre, condecorado por la Justicia española con una sentencia condenatoria en firme de oro y brillantes por realizar reportajes falsos. Aprovechando el tirón del confinamiento, el condenado Negre se ha convertido en el azote de este gobierno comunista y bolivariano y se ha hecho youtuber. Acompañado por la flor y nata del periodismo, atiza sin piedad ni argumentos cualquier medida adoptada por el ejecutivo y a cualquier persona que no diga lo que él quiere escuchar, por muy experto que sea.

Sin embargo, el cambio de chaqueta más mediático y sobre todo doloroso para Ana Rosa fue el de Nacho Abad. El periodista, empeñado cada vez más en convertirse en la versión masculina de Paqui Peña, voló de los brazos de AR para aterrizar en los de su némesis, Susana. Un golpe maestro y certero de “la Griso” que seguro desató la ira de Ana Rosa, que quizás lo pagó de puertas a dentro con su marido, ese de cuya detención no informó por un completo descuido.

Ambas coinciden en otorgar a la parcialidad un papel principal en su línea editorial, si bien, quizá en esto Ana Rosa se lleve la palma. Su programa no tiene reparos en mostrar su posicionamiento con respecto a la gestión del Covid19 y ,si para apagar los incendios provocados por los desvaríos y desfachateces de Ayuso es necesario silenciar a quien destapa a la pirómana —en este caso Antonio Maestre— , pues se le dice que no vuelva mañana.

Todo apunta a que el gérmen del odio de AR por Pablo Iglesias viene causado también por el despecho y por otra batalla ganada por Susana. Las famosas miradas de ésta y “el coletas” en aquel tren, y aquellos daditos sexuales, no sentaron nada bien a Ana Rosa. Desde entonces, ese desamor ha desembocado en un profundo odio al líder morado. Muestra de este despecho, llegó a contratar a Monedero.

La guerra no ha hecho nada más que empezar, y desgraciadamente para todos menos para ellas y sus colaboradores, ambas siguen con fuerza y ganas de intoxicar nuestros cerebros cada mañana.

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