Antonio Ortega, más conocido como Antoñito. Todavía no ha hecho el año en Noia y ya se siente uno más del pueblo. Cariñoso, cercano y bromista así se define Antoñito como persona y pivot al que le gusta ver la portería como jugador, con más dificultades como cierre porque no está acostumbrado a defender, pero lucha a diario para seguir creciendo porque ambiciona a cumplir el sueño de jugar en Primera División. Pero como no le gusta hablar de planes a largo plazo, no mira más allá del 4 de mayo, fecha en la que espera haber logrado la consecución del objetivo del Noia Portus Apostoli que aunque está difícil no es imposible, la salvación.
Catalán de nacimento, concretamente de Santa Coloma de Gramanet. Un colomense de pura cepa aunque su acento parece más andaluz, quizá venga de su afición por El Betis. A su ciudad la considera una especie de talismán para dedicarse a esto del fútbol sala “he tenido la suerte de nacer en Santa Coloma en la que siempre estás con un balón” porque que es de los que piensa que un jugador nace y se hace “es un deporte que requiere mucha disciplina desde edades muy tempranas. Con 15 – 16 años, mientras tus amigos están de fiesta, tú no puedes salir porque al día siguiente tienes partido” y con esta edad entendemos que es una decisión harto complicada ya que requiere “esfuerzo y sacrificio, porque no todo el mundo nace con un don y se lo tiene que trabajar”. Por eso, no es de extrañar que los principios que rijen la vida de este jugador sean los de “trabajo, disciplina y esfuerzo”.
Antoñito para algunos, Pipa para otros tantos “en mi barrio todos los chavales tenemos un mote y cuando era pequeño me decían que tenía la cabeza de pipa por su forma alargada”, recalaba en el Noia Portus Apostoli el pasado mes de agosto. Su primera estancia en Galicia pero no fuera de casa pues militó en el Andorra y en el equipo italiano, Potenza C5. No le gusta hablar mucho de planes a largo plazo “no miro más allá del 4 de mayo” pero insitimos y nos reconoce que le gustaría volver a jugar en el equipo de su tierra, el Industrias Santa Coloma y por qué no, colgar allí las botas “aunque queda mucho para eso”. Y es que la verdad es que Antoñito todavía es demasiado joven para pensar en dejar lo que él considera “mi vida”. Tiene 25 años y desde los 4 que se inició en este deporte, nunca se desligó del fútbol sala, tanto como jugador como entrenador “mi vida está ligada completamente al fútbol sala, por lo que no la entiendo sin ella. Llegado el momento de mi retirada me gustaría estar en un club como coordinador o entrenar algún equipo, porque me gustaría ser entrenador y labrarme una buena carrera como tal”. Tablas ya tiene para ello, pues lo lleva haciendo desde los 15 años. Pasado, presente y previsión de futuro siempre con un balón. Quizá por eso, de no haber sido futbolista le cuesta pensar a lo que le hubiera gustado dedicarse “he estudiado cosas relacionadas con el deporte, pero me gustaría ser educador social; de hecho estoy pensando en hacer la carrera porque creo que puede ser un trabajo muy satisfactorio. Es algo me apasiona, por mi forma de ser”.
¿Y cómo es Antoñito? “soy una persona a la que gusta ayudar a la gente y sobre todo a la gente con problemas. Además, soy una persona muy bondadosa, amistoso, cercano, cariñoso y muy bromista”. Algo de razón debe llevar el jugador porque en pocos meses se ganó el cariño y la admiración de toda la afición. Aunque eso sí, todas estas cualidades las deja aparcadas en la banda pues nos reconoce que cuando salta a pista “tengo un puntito más malote”.
Sus 25 años han dado para mucho. Si hay niños que nacen con el pan bajo el brazo, Antoñito parece que lo ha hecho con un balón en los pies “empecé a jugar muy prontito; a los 4 años en el colegio que es donde comencé a formarme, en prebenjamines con un año menos, y luego ya pasé al Club de Santa Coloma”. Pero aún tardó un poco más en darse cuenta de que el fútbol sala iba más allá de una mera afición. Visión que le cambió cuando “me llama la Selección de Cataluña. Desde este momento me lo empecé a tomar más en serio. Empecé a entrenar con el primer equipo de Santa Coloma aún estando en la categoría juvenil y fue entonces cuando empecé a ser consciente de que me podía ganar la vida con esto pues es un hobbie que te recompensa económicamente”. Y así lo hace, a pesar de cómo está este deporte, hoy por hoy se puede dedicar exclusivamente a este deporte porque entre jugar y entrenar a dos equipos base “ya estoy bastante bien”.
Pasó por todas las categorías, pero le falta lograr cumplir su sueño, jugar en Primera División; razón por la cual lucha a diario por “seguir prosperando y mejorando para ver si, algún día, me llega la oportunidad de jugar en primera”. ¿Y en que equipo le gustaría debutar en dicha categoría? “me gustaría jugar en el equipo el de Santa Coloma porque tendría que ser algo muy bonito”, no duda en responder el jugador.
Pero mientras tanto se debe al Noia Portus Apostoli y el objetivo del club, que aún a pesar de lo complicado que está el conseguirlo “nunca se dejó de creer. No hay que esconder que estamos en una situación fea de descenso, pero ahora quedan 9 finales y hay que conseguir el mayor número de puntos posible para la salvación. Es difícil cuando estás trabajando día tras día y no obtienes resultados, pero hasta que las matemáticas no den seguiremos peleando, luchando y creyendo en que la salvación es posible”.
Y aunque Antoñito es creyente no se encomienda a nadie más que “que al trabajo diario que estamos haciendo”. Eso sí, su rosario que no le falte “siempre me lo traigo a los entrenos y a los partidos; lo tengo colgado en mi percha y cuando estamos calentando me lo pongo siempre encima de la camiseta para que me de suerte y lo toco antes de entrar a pista en el descanso”. Como también intenta “intento entrar a pista siempre con el pie derecho” pero … ¿qué ocurriría de hacerlo con el izquierdo? “no quiero probar”. Aún así no se considera una persona supersticiosa sino maniática como también metódica, por eso cuando juega en casa “si no tengo partido con los niños por la mañana intento levantarme temprano, desayuno bien y luego salgo a dar un paseo por el pueblo para despejarme un poco la mente. Me gusta ir al cementerio para despejarme mientras escucho música”.
El jugador se siente muy cómodo en Noia “estoy muy a gusto y muy cómodo tanto en el pueblo como en el club, con la afición, con los compañeros, con el CT, con los equipos de la base. Estoy muy integrado en el pueblo y me siento uno más. Desde el primer día se mostraron muy cariñosos conmigo”. Por eso aunque “mi objetivo principal es conseguir la salvación del Noia porque creo que nos la merecemos, tanto los jugadores como el cuerpo técnico, club” no descarta “seguir un año más aquí porque ya conozco la ciudad y el club que es muy sano; todo lo que tengo para Noia son elogios” por eso Antoñito iniste en que “de conseguir la salavación, que ojalá así sea, si el club se quiere sentar para hablar sobre mi renovación les escucharé y no tendría ningún problema en seguir aquí porque estoy muy a gusto”.
En este tiempo ya considera que ha hecho “buenas amistades tanto en el club como fuera de él, la gente del pueblo me está tratando muy bien porque es muy cercana y muy amable. Es una comunidad encantadora”. Y es que si algo bueno le ha dado el fútbol sala son “las amistades que siempre quedan a pesar del paso de los años” mientras que la peor experiencia que ha vivido fue “la desaparción del Andorra. Teníamos un buen equipo y al final desparació porque no había dinero y eso que nos habíamos clasificado para el play off a Primera División”.
Pero a pesar de todo lo bien que se encuentra en Galicia es normal que eche de menos a los suyos “es un sacrificio estar fuera de casa y lejos de la familia y amigos, pero aquí estamos haciendo lo que nos gusta, dedicándonos a nuestra pasión y la balanza compensa. Es complicado estar lejos de la familia, de mi madre, mi hermana y mi tío pero intento ir a verlos una vez al mes”. Un sacrificio que el jugador espera que “algún día tenga su recompensa”.