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Una absurda repetición de elecciones consolida a la ultraderecha como tercera fuerza política en España

Por@GuadalquivRadio

Nov 12, 2019

El Partido Socialista repite como fuerza más votada, aunque pierde 3 escaños con respecto a los pasados comicios. Descalabro de dimensiones épicas de Ciudadanos, que ha propiciado la dimisión de Albert Rivera.

El día 10 de Noviembre será recordado por la democracia española como el día en el que el fascismo afloró sin cortapisas en nuestra sociedad y en nuestro panorama político. ¡Que dios nos pille “confesaos”! —sin ser yo católico ni nada de eso—.

No cabe ninguna duda de que el principal ganador electoral ha sido Santiago Abascal y su formación de ultraderecha, aunque algunos se empeñen en presentarnos una realidad diferente. VOX ha sabido rentabilizar la innecesaria convocatoria electoral de Pedro Sánchez para consolidarse como la tercera fuerza política en el Congreso, logrando 52 escaños, 28 más que en los pasados comicios celebrados hace apenas seis meses.

Entre las causas de este auge podemos destacar el hartazgo de la población ante el permanente bloqueo político, la exhumación del dictador Franco y principalmente un debate electoral en el que Abascal no contó con ninguna oposición a la hora de hilvanar sus ideas racistas y xenófobas maquilladas de moderación. Un discurso populista y ausente de medias palpables que ha calado entre varios sectores de la población, entre los que sorprendentemente se encuentran muchas zonas obreras.

España podía presumir de ser una de las pocas democracias europeas sin una significativa representación de la derecha más radical. Sin embargo, y aunque no llegamos al punto de otros países como Italia, desgraciadamente esto ya no es así. El fascismo más rancio avanza por Europa con paso firme. Salvini, Le Pain y ahora Abascal son el exponente de este apogeo vergonzoso y para muchos vergonzante.

Resulta cuanto menos paradójico que la falta de entendimiento de la izquierda haya provocado el auge de la ultraderecha, pero, en nuestro país, la paradoja está a la orden del día.

Con esos 52 escaños la participación de VOX en la política española será mucho más trascendente que con 28, y pese a sus intenciones de ejercer la oposición —donde se encuentran cómodos—, su presencia dificultará muy mucho la práctica de un hipotético gobierno progresista.

La falta de entendimiento a la hora de formar gobierno fue la causa o la excusa para la celebración de nuevos comicios. Todo hace pensar que la intención de Sánchez era la de afianzar su fuerza como partido más votado y lograr así una mejor posición a la hora de negociar el nuevo gobierno. El tiro le ha salido por la culata. No sólo no ha mejorado sus resultados, si no que ha perdido tres escaños, pasando de los 123 a los 120, por no hablar del impulso que ha dado a la extrema derecha. Además, el panorama de desbloqueo pinta aún más gris que en las pasadas elecciones.

La suma del bloque de izquierda es de 158 escaños, menor que hace seis meses y lejos de la mayoría absoluta, por lo que resulta innegable que el papel de nacionalistas e independentistas será decisivo en esta ocasión.

Unidas Podemos ha aguantado el envite, y pese a perder 7 escaños con respecto a Abril, se mantiene como la cuarta fuerza en nuestro espectro político con 35 escaños. Los de Iglesias han resistido al duelo fratricida contra Errejón y Más País, que ha irrumpido en el Congreso con 3 escaños pero sin grupo propio. La suma de votos de estas dos formaciones supera los votos obtenidos por VOX, y sus escaños habrían aumentado sustancialmente si hubieran comparecido juntos a las elecciones. Esta manía de la izquierda de autoflagelarse es lo que conlleva…

La intención del partido morado continúa siendo la formar un gobierno progresista de coalición con los socialistas. Algo que podía haberse dado desde hace seis meses, y que actualmente tiene menos fuerza debido a la pérdida de escaños por parte de ambas formaciones. Veremos si en esta ocasión Pedro Sánchez da su brazo a torcer y comprende el nuevo panorama político que le han presentado los españoles. Un panorama que afortunadamente descarta al bipartidismo e insta a nuestros políticos a entenderse. Y un panorama donde desde luego no gobierna la lista más votada.

El Partido Popular de Pablo Casado se consolida como el principal partido de la oposición, mejorando los resultados de los anteriores comicios en 22 diputados, logrando 88 escaños. Aunque la intención de los populares era llegar a los 100 diputados en el Congreso, estos resultados reafirman la figura de su líder y sitúa a su partido como la principal fuerza de derechas.

Este resultado se debe en gran parte, al igual que el de VOX, al tremendo descalabro de Ciudadanos. El partido actualmente definido como liberal ha sufrido un batacazo tremendo, logrando tan sólo 10 escaños, perdiendo nada más y nada menos que 47 parlamentarios. El partido del IBEX 35 ha pasado de ser la tercera fuerza política en España a obtener menos escaños en todo el territorio nacional que sus adversarios de Esquerra Republicana en Cataluña, con 13 diputados. Su política de continuos virajes y malas decisiones han despojado a la formación naranja de cualquier crédito, y ha desembocado en la dimisión de Albert Rivera como líder del partido y en su renuncia al acta de diputado y a la vida política y pública. Otra de las caras visibles del partido, Juan Carlos Girauta, también ha presentado su dimisión al quedarse sin escaño en el Congreso.

Está por ver cuál es el futuro de Ciudadanos a corto y medio plazo, y si se convertirán en el nuevo UPyD. También será interesante ver a qué partido de afilian ahora algunos de sus componentes, como Toni Cantó o Felisuco.

El bloque de derechas tampoco alcanza la mayoría absoluta de 176 escaños, ya que entre PP, VOX, Ciudadanos y Navarra Suma logran 152 escaños.

Lo que ha quedado de manifiesto es que la celebración de estas nuevas elecciones ha sido totalmente innecesaria y contraproducente, dando alas al fascismo y debilitando la posibilidad de un gobierno progresista. Nuestro panorama político actual obliga a nuestra debilitada clase política a entenderse, a dejar los personalísimos e intereses partidistas a un lado y a remar en favor de la formación de un gobierno estable para nuestro país. Veremos si en esta ocasión son capaces de entenderse y ponerse de acuerdo, porque en caso de no lograrlo, pueden prepararse para correr.

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